PENSAMIENTO ANDINO


INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO ANDINO.-

La filosofía andina trata de explicar, como el hombre responde a retos de su medio con el objetivo, de una forma plena y llevadera.

Esta concepción ancestral, fue producto de un largo proceso de evolución del pensamiento que el hombre andino realizó a lo largo de la historia. Fue una concepción propia como toda cultura de raíces vivas, con la cual enfocó y entendió su mundo y marcó su proceder, su conducta en las relaciones sociales establecidas por el hombre andinos. 

En la Cosmovisión Andina el macrocosmos (universo) y el microcosmos (ser vivo) son un todo que viven relacionados estrechamente y perpetuamente. El hombre tiene un alma, una fuerza de vida, y también lo tienen todas las plantas, animales y montañas, etc., y siendo que el hombre es la naturaleza misma, no domina, ni pretende dominarla, más bien armoniza y se adapta para coexistir en la naturaleza, como parte de ella.

La Cosmovisión Andina.-  considera que la naturaleza, el hombre y la Pachamama, son un todo relacionados entre si.


Hay principios con los cuales el pensamiento andino ancestral contribuye a una concepción más integral de la salud colectiva intercultural, Los tres principios son la esencia de la vida colectiva. Se trata de una racionalidad “del todo”, una racionalidad integral que incluye, para el caso de la salud, el nivel familiar, el intercultural y el social. Si a esto se suma el cuidado de la naturaleza, se completa una cosmovisión que enriquecerá las concepciones de la salud colectiva. entre ellos tenemos:

1. La reciprocidad,  
2. La complementariedad y
3. La correspondencia. 

La reciprocidad.-  es la solidaridad del “prestamanos” y la “minga”. Los mandamientos del no seas ladrón, no seas mentiroso y no seas flojo aluden al principio de reciprocidad para el logro de la armonía entre los seres humanos. 

La complementariedad.-  es lo dual, como contrario a la “dicotomía” occidental que todo lo divide. Lo dual se refiere a elementos opuestos pero complementarios. Josef Estermann (“Filosofía Andina”, Abya Yala) señala que la “contraparte” de un “ente” no es su contrapuesto, sino su “complemento”. El principio de complementariedad enfatiza la inclusión de los “opuestos” complementarios en un “ente” completo e integral. Corresponde al paradigma oriental del “Yin y Yang con el símbolo del círculo con las dos partes complementarias y correlativas”. Los ejemplos: cielo y tierra, Sol y Luna, claro y oscuro, verdad y falsedad, día y noche, bien y mal, masculino y femenino no son para el runa (persona en kichwa) contraposiciones excluyentes, sino complementos necesarios de una entidad “superior” e integral. Dice Estermann que “hay muchos indicios que permiten calificar la racionalidad andina como ‘dialéctica’”.
 
La correspondencia.- es del todo con las partes. Es inclusiva. La “contradicción” es una “contraposición” de dos entes que se integran en un “todo” que contiene los “complementos”. “Aunque la lógica siempre ha sido la piedra angular para la validez “universal” del pensamiento occidental, dice Estermann, no se puede inferir a priori que sus principios lógicos sean de valor supracultural; la teoría de la relatividad en la física ha demostrado que la física clásica (newtoniana) solo es un “paradigma” entre otros; y la teoría euclídica en la geometría también tenía que renunciar a su pretensión universalista y supratemporal”.

Para el pensamiento andino la “individualidad” no existe, un hombre solo es un vacío, el “cogito ergo sum” es un absurdo. 

El espacio geográfico y topográfico de los Andes es fundamental para la elaboración de un pensamiento filosófico propio. La precariedad de la tierra, la dialéctica entre arriba/abajo y la ciclicidad del tiempo, de la época de las lluvias y sequías tienen un rol importante en la vivencia cultural de los pobladores del área andina, los componentes de sacralización de la naturaleza y productos rituales mágico, utilitarios que vienen a ser símbolos y prácticas de nuestra filosofía. En el plano mágico de lo utilitario están las creencias en las "huacas" y la búsqueda de seres sobrenaturales para que cumplan un beneficio.

Nuestra filosofía no es logocéntrico, ni grafo céntrico, la forma predilecta es el rito, el orden visible, la sensitividad, el arte. Si el hombre occidental piensa en palabras, el hombre indígena piensa en símbolos, actos y ritos. Por tanto, la fuente y el punto principal de referencia  para la filosofía andina es la experiencia vivencial del pueblo andino y su interpretación implícita del cosmos en sus múltiples aspectos. Para el hombre indígena, "la realidad" está presente en forma simbólica y no tanto representativa o conceptual. 

La realidad se revela en la celebración de la misma realidad. La celebración del culto, del rito no es menos real que la realidad misma que aquella hace presente, sino más bien al revés: en el celebrativo, la realidad se hace más intensa y concentrada, el símbolo es la representación de la realidad.

La ontología del ser de Heidegger como individuo, se contrapone en la filosofía indígena en donde es el "todo", es decir toda una red de vínculos y nexos de todo lo que existe. El ser en el mundo indígena es el ser -relacionado, que vendría a ser una inter-ontología.

En el mundo indígena se podría distinguir dos tiempos: 

1. El tiempo de la naturaleza.

2. El tiempo sagrado o mítico.

Este último tiene mayor profundidad y es el que se reactualiza siempre mediante acciones cúlticas de ritos y ceremonias en su vinculación profunda con la naturaleza. Por eso cada año no es una sucesión de años sino un renacimiento; el término es el inicio de una nueva vida.

En consecuencia, se puede concluir que, el mundo indígena no es solamente la naturaleza inerte sino todo lo que afecta al hombre, todo aquello que le da vida y le transforma

la filosofía indígena tiene fundamentos que coinciden con los cuestionamientos y planteamientos de Heidegger que pese a no ser escritos fueron practicados y vividos por los amautas del Abya Yala. La adoración ritual al sol, a la luna, a la pacha mama, no es al objeto en sí, sino a algo que está tras ellos, a la energía invisible, a la inminencia que no puede ser mostrado pero que es el origen que crea al sol, que permite existir en el caso de pacha mama, pero no es el objeto tierra sino un conjunto de samay, nunas (aliento, energías, vida). La captación y aprehensión de ese algo fue posible al trabajo filosófico de los amautas y yachacs. En igual sentido, al hablar de la curación, el yachac es el único que puede ver y hacer visible el desequilibrio energético y cósmico, invisible para el enfermo.


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